lunes, 11 de octubre de 2010

LA TRISTEZA DE LA VICTORIA

Por Oscar López Núñez

Carcel La Victoria cuando llueve

Nunca he entendido por qué semejante nombre para una derrota tan grande de todo lo noble, lo bueno, lo que insufló Dios en las narices del hombre, cuando le hizo, según dicen -a su imagen y semejanza-.

La Victoria es una mascarada, un disfraz percudido, un sepulcro blanqueado, mientras sucede cualquier cosa -inalcanzable para la imaginación de Dante- que queda, frente a las dimensiones de aquel escenario, como un “chivito jarto e jobo”.

Encarcelados y carceleros llegan a formar una tétrica coreografía en aquel reino de la muerte.

Nunca había entrado a una cárcel, me costó trabajo decidirme, pero dicen que la cárcel es uno de los sitios donde se conoce a los amigos.

Un amigo -llamémosle Armando- cayó preso por cosas que no vienen al caso comentar, lo condenaron a tres meses de prisión y me vi rumbo a la Cárcel Penal de La Victoria. Le compré algunas cositas para su higiene personal, algo de comer, y me lancé a abordar una guagua en la avenida Máximo Gómez con destino a Villa Mella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario